No condeneis a los que no tienen culpa

Llegó el día, D y pronto llegará la hora H. Alguien habrá en carretera en estos momentos.

Por entonces, los discípulos, que tenían hambre, empezaban a arrancar espigas para comérselas. Los fariseos, al ver esto recriminaron a Jesús lo que hacían los suyos en sábado. Jesús les dió donde más les dolía, en su propia historia. Les recordó lo que su antiguo rey David y sus hombres hicieron en el pasado, que entraron en la casa de Dios a arramplaron con el pan sagrado (presentados en ofrenda) que únicamente podía ser comido por los sacerdotes. Y estos estaban eximidos de profanar el templo incluso el sábado, y Jesús es mucho más que el templo. MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIOS, deseo Jesús que comprendieran para que no echasen culpa a los que no la tienen.

Hoy día es noticia que la justicia, al aplicar la ley, parece que se salta el sentido común y antepone esta al hombre. La ley se hizo para el hombre y no al revés, como el sábado.

Esta gente que, con todos mis respetos, en semana santa se flagela, anda descalzo, soporta el peso de un paso (madera y más madera) y siente que Dios les recompensará por ello... Si yo tuviera más misericordia, sentiría en mi corazón la recompensa de Dios, que es amor, y sólo desde el amor, se puede vivir esta vida. Anda que no he utilizado esta lectura a mi antojo para meterme con todos ellos que dañan el templo de Dios, es decir, su cuerpo. Debería ser más humilde y aplicarme el cuento, pues qué fácil es ver la paja en ojo ajeno y no la viga en el propio.

Os deseo un buen viernes y fin de semana, que a mi me espera una tarde llena de emociones.