martes, 20 de octubre de 2015

Evangelio según San Lucas 12,35-38. Jesús dijo a sus discípulos: "Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas.

Hoy voy a escribir. Hacía mucho tiempo desde la última vez. Y es que cuando se deja de sentir al espíritu, es como estar seco. Nada que decir.

Pero hoy, al leer el evangelio me han entrado unas ganas locas de soltar lo que llevo dentro. Ya prevengo que lo que me ha hecho sentir la lectura de hoy nada tiene que ver con las interpretaciones que puedan hacer en la homilías.

"¿Estamos preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas?"- podría hacer esta pregunta de varias formas diferentes. 

¿Estamos preparados para dejar entrar a Dios en nuestras vidas?

Y es que desde el punto de vista de que Dios está en todos nosotros, yo sí hago por estar preparado. De un tiempo a esta parte 3 personas nuevas han entrado o están entrando en mi vida. Yo, al menos, les estoy abriendo la puerta cada vez que llaman. Les invito a entrar.

No sé por qué tengo esa extraña necesidad de conocer a más personas. Siempre me aportan algo. Incluso muchas veces me pregunto si los habré conocido en alguna vida anterior. Sí, ya sé, el tema de la reencarnación no es muy católico, pero entendamos que es una forma de hablar.

Muchas veces he pensado que Dios es como los magos. No viene pronto ni tarde, si no exactamente cuando se lo propone. Y cuando viene a mi puerta ni se me ocurre decir que no me interesa. Le abro. Y ahí está. En esa persona que acabo de conocer. Lo sé porque enseguida me siento a gusto. Las conversaciones son fluidas y ricas, alegran el alma, aunque el tema sea trivial.

La sociedad de hoy nos suele frenar en esto de dejar entrar a Dios en nuestras vidas a través de las personas. Una de las barreras son los amigos de siempre. Como son de toda la vida,  parece que se enfaden si hacemos nuevos. ¿Pensarán que los vamos a sustituir? 

Otras veces es la pareja, si la tenemos. No les gusta un pelo que hagamos amistad con personas de su mismo sexo. ¿Pensarán que le vamos a sustituir?

Y también somos nosotros mismos. Bien por que sea que pensamos que no necesitamos más amigos porque los que tenemos son suficientes y nos colman y nos llenan. Bien porque pensemos que mejor no tentar la suerte porque no nos fiamos de nosotros mismos y quién sabe si de la amistad al amor (o al sexo) sólo hay un paso....

Nos cerramos puertas. y cerrarnos puertas, es cerrársela a Dios.


Me leo y encuentro controversia. Pero lo voy  a dejar así. Al fin y al cabo, quien no arriesga y siembra aunque pueda haber tormentas, no recoge.