domingo, 6 de julio de 2008

Lunes adelantado

Hoy es domingo, pero estoy escribiendo la entrada del lunes. A partir de ahora tendré que escribir el día antes, al llegar a casa tras una dura hornada laboral.

El fin de semana se me hizo corto. Todo debido a que me tocó trabajar el viernes por la noche. Como no llegué a casa hasta las 8:30 h, estuve durmiendo prácticamente hasta las 14 h. Poquito, sí. Apenas 5 h y media.

Tras una suculenta comida que me preparó Ana, nos echamos una siesta, pero como a mi no me entraba el sueño, me levanté a leer al sofá. Donde me tumbé, así que eso de levantarse como que no fue tan literal, je, je. Y es que le he dado un buen tute al libro que estoy leyendo, La Catedral del Mar. No está nada mal. Me está gustando hasta más que Los Pilares de la Tierra, claro que no es que tengan mucho que ver. Este todavía no tiene parte rollo. Ya voy por la mitad y con ganas de seguir leyendo.

Después nos fuimos con un amigo a Les Gavarres. Cogimos entrada de cine para ver El Incidente. No estuvo mal. Me habían hablado mal de ella, pero no me disgustó. También aprovechamos y entramos en Mediamarkt. Compré un teléfono inalámbrico y un adaptador wireless usb para el portátil. Por eso de dejar de enchufarme con cable al router wifi. Y el teléfono por eso de que ahora las llamadas a fijos nacionales me salen gratis. Vaya ilusión ahora con el teléfono. Estoy como un tonto con castañuelas. Llamamos a casa, pero mis padres resultaron estar en Torrevieja. Al menos fue suerte de que mi hermana estaba de finde y cogió el teléfono, por lo que pude fardar (ya ves tú, fardar de teléfono, qué tontería, ja, ja, ja). También llamamos a los padres de Ana. Ya tienen nuestro número.

El domingo fue tranquilo en casa. Por la mañana, nos levantamos (o yo al menos) tarde. A eso de las 10:00h. Limpieza de la casa y prácticamente nos llegó la hora de comer. Intentamos utilizar el wireless pero no hay manera de conectarse a internet. Reconoce el wifi y tal, pero no hay manera. A ver si localizo a un listo que me diga qué estoy haciendo mal.

Por tarde, y antes de ponerme a escribir, hemos estado en la playa. Muy bien. Aunque estuvo nublado y poco Sol cogimos, la temperatura era buena y nos dimos un buen baño. Luego salió el sol, pues las nubes dijeron “ahora que querrán irse, nos vamos nosotras también. Por aprovechar ese sol aguantamos hasta las 20:40. Le volví a dar un buen tute al libro.

Y, cómo no, (Elena, puedes dejar aquí de leer), voy a comentar mi reflexión del evangelio del lunes. Un señor muy triste se le acerca a Jesús y le dice que su hija ha muerto. Le pide por favor que vaya a su casa. En esto que Jesús arranca tras él, nota que una mujer que padecía flujos de sangre desde hace años, le toca el manto por la espalda quedando curada. Se da la vuelta y le dice a la mujer: ¡Animo, mujer! Tu Fe te ha curado. Después resucita a la hija del hombre. En un principio podríamos resumir la lectura como un despliegue de Jesús haciendo milagros. De esos que se cuentan para la gente ingenua y temerosa de Dios que necesita de tales asombros para creer y soltar la pasta a la iglesia de turno.

A mi no me deslumbran estos milagros. Lo que me deja con la boca abierta de admiración son estos dos personajes, protagonistas de la historia. Un hombre que ha oido hablar de un hombre se llega hasta Él para pedirle que haga algo por su hija muerta. Un hombre que en una situación que en principio no tiene solución, cree que Jesús podrá hacer algo. Incluso las burlas de su vecino no impidieron que se acercara a Jesús. Extraña la Fe de este hombre, que ya me gustaría a mi.

Pero más me asombra esta mujer. Creyó que con sólo tocarle el manto quedaría curada. Podríamos pensar que era un poco ruin por parte de la mujer pretender “robar” de Jesús ese extraño poder que aliviaba los tormentos que sufría. Pero Jesús le dijo “ÁNIMO”.

Jesús me dice a mi: ANIMO, NACHO. Como si no le importase que no le saludara primero, que no le hablara o que no le pidiera nada. Me da permiso para ir por detrás (suena un poco gay, será que ayer fue el día del orgullo gay, je, je) y robarle esa palabra de ánimo, esa confianza que necesito para tirar para adelante. Como esos amigos que no nos piden nada y sabemos que están ahí. Esas relaciones de amistad que todos tenemos. Amigos a los que igual no cuidamos lo que deberíamos pero que, cuando les necesitamos, están ahí sin que les llamemos.

Olvidé contar que el sábado, cuando venía, estaba tan cansado que paré en un área de descanso antes de Vilafranca del Penedés. Me eché una cabezada a ver si conseguía evadirme de ese sueño que quería sacarme de la carretera. A los 20 min me despertaron unas voces. Delante de mi, de un coche con una L en la parte de atrás, se ahbían bajado dos chicos y una chica que rondarían los 20-22 años. Tenían la pinta de venir de fiesta. Estaban haciendo el tonto. Uno se subió a una especia de escultura de hormigón que adornaba el área de descanso. La chica les gritaba diciendo que eran casi las 8 y que tenían que irse. Entra risas tontas, uno de ellos saca la chorra y se pone a mear en una papelera. Con todo el verde que había, se empeño en mear en una papelera. Digo lo del verde porque no hay mayor placer que una buena meada en pleno campo. Es ir al campo y me dan ganas de mear. Será por lo de marcar territorio. A lo que iba, que me pierdo. Luego la chica se bajó los pantalones y tambíen se puso a regar margaritas. Mientras, uno de los chicos hacía la gracia de ahora te miro, ahora hago como que no te veo. Se dirigen hacia el coche, en esto que llegan 2 coches patrulla de los Mossos D’Esquadra y les comienzan a pedir los papeles. Aquí dije “esto no me interesa”, arranqué, pasé a su lado saludando a los guardas y me fui, que quería pillar camita. Qué juventud.

2 comentarios:

+Susana dijo...

La Fé mueve montañas y es razonable que el padre buscase ayuda, y habiendo oido hablar de Jesús y de como sanaba a los enfermos, pues normal que acudiese en su busca. Aún, hoy en día, hay gente que recurre a su fé y que busca a personas que dicen curar (curanderos, santeros, etc) previo pago, por supuesto.

La de cosas que hacen los jovenes, amparandose en eso, en que son jóvenes. A mi me parece bien, mientras no hagan daño a nadie, ni sean faltas de respeto hacia otras personas. Anda que no hacemos cosas imprudentes, cuando tenemos 18 ó 20 años. Y luego maduras y pasan lo años y ya sólo meas en el water, porque lo de mear en la calle es impensable, jajaja. Besosss

mery dijo...

Yo la verdad que mear en la calle como que no ni antes ni ahora ya que si te pillan te meten una multa jijijiji ;) hola Nacho cuanto tiempo sin comentarte me alegro que estes bien y bueno esperando el 25 con ilusión ¿sabes que te digo? que la bilblia es un libro donde a veces encuentras metaforas que te hacen pensar y recapacitar e incluso encontrar respuesta a preguntas que nadie puede responderte... un besele muak....