El juicio final. Mt 25,31-46

Hoy no copio el evangelio. Es muy alrgo. Pero es ese en el que dice que aparta a los "buenos" a un lado" y a los hijos de mala sangre al otro. Y les cuenta eso de que estuvo enfermo y le visitarón, tuvo hambre y le dieron de comer, tuvo.... Los buenos le preguntan: ¿Y cuando pasó todo eso? Y Jesús contestó que cada vez que obraban así con un semejante, así hacían con ÉL.

Siempre he pensado que no hace falta creer para hacer el bien, para amar y repartir bondades por doquier. Total, al final, lo que vale es el resultado, HABER SIDO UN HOMBRE BUENO. No obstante, otros días nos recuerda que Él es el camino, la verdad y la vida, y eso tampoco se puede negar. Quiero decir con todo esto que no hay que obsesionarse por no creer en el Hijo del hombre, pero en cambio deberíamos obsesionarnos por cuidar que no salga el mal de nuestro corazón, pues así crearemos un ambiente más acogedor a nuestro alrededor y, por ende, se extenderá al mundo entero.

Por eso mismo también digo que no se trata de evitar ser juzgados en esto que llaman "El Juicio Final". Ya estamos siendo juzgados aquí y ahora. Quien siembra, recoge, y el que no, o se muere de hambre o roba. Eso sí, si robamos, que al menos sean semillas que podamos cultivar en nuestros campos. de esa forma podremos salir de nuestro propio círculo de maldades.

Me enrollo más que las persianas. Total, ya queda poco. Hoy es miércoles. Sí, de la semana pasada. Todo está programado. Escribo cuando tengo tiempo. Es cuestión de días que este, mi blog, deje de estar actualizado a diario. A mi ya me llegó el día del juicio. Tengo que ser juzgado. Y debo darle buena imagen al juez. La oportunidad que se me presenta es única. Estoy ahora más lejos de casa. En algo que domino. Y tengo que dar la talla. Debo hacer que se arrepientan de haberme llevado a juicio.

Me encanta hablar en enigmas. Sólo yo me entiendo. Bueno, Él, seguro que sabe de que hablo.