Gracias, porque has ocultado estas cosas a sabios. Lc 10,21-24

En aquel momento, Jesús, con la alegría del Espíritu Santo: "Gracias Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios". Y más. Pero esta lectura está repe. Hace poco ya me ha salido por lo menos un par de veces.

Pero destaco su inicio: "con la alegría del Espíritu Santo". Con la alegría que yo me tengo, debo estar rebosante de Espíritu Santo. Suena a broma, pero algo debe haber. No creo que el ir con una sonrisa por presentación sea siempre mérito mío. Si ya decía yo que había algo detrás. En la vida siempre se dijo "sólo no pedo, con amigos, sí". Habría que añadirle "y con el Espíritu Santo, también".

Al final el domingo no pudimos comer en el Sisquet. Estaba cerrado por vacaciones. Eso sí, el mar golpeaba contra las rocas al más puro estilo coruñes, como donde yo vivía en adormideras. ¿Aún hoy me puede durar la nostalgia? ¿No será que se me pegó la morriña galega? Debe ser un mal endémico que adoptan los que viven allí un tiempo. Al final, de regreso a Tarragona nos metimos en un sitio que veo todos los días y me tenía picada la curiosidad. El Trull. Una casona del siglo XVII. La verdad es que estuvo bien. Tuvimos suerte y sin reservar pillamos mesa. Porque éramos dos, que si no.... Estaba muy bonita por dentro, casi como entonces, pero con luz eléctrica. Estuvo bien.

Con Rosquilla en mi regazo, vimos "Las aventuras de Jeremías Johnson", de Robert Redford. Me llamaron la atención dos cosas. Una, un ermitaño de la montaña, vejete él, le decía a Jeremías "No conozco mujer que le salieran cosas buenas del corazón. Suelen tener el corazón más duro que las piedras". No voy a comentar más sobre esto, pero me pareció curiosa tal aseveración.

La segunda es que, según llegó a un poblado indio con pieles y caballos (robados a otra tribu más belicosa) el jefe del poblado alabó los caballos y las pieles. Roberd Redfor le dijo: "Te los regalo, es todo tuyo". El amigo que iba con él le dice:-"¿Te has vuelto loco? Vas a hacer que nos desuellen. Al hacerle un regalo tan bueno le obligas a que él te haga un regalo igual o mejor. Le has puesto en una situación comprometida".

De aquí quiero comentar esta costumbre india que bien podría tener aplicación hoy día. Si le haces un regalo a alguien, bien podría aceptarlo y ya está (buscándole defectos), otros lo aceptarían y punto, sin sentir que deban algo al que lo regaló y, otros, son como los indios, les pones en un compromiso, pues igual no creen tener con qué devolverte semejante gesto.

Está claro que los regalos deberían ser eso, regalos. Se hacen sin esperar nada a cambio. No obstante hay personas que les cuesta recibir un regalo sin sentirse en deuda. Yo a veces soy un poco indio también. No me quedo a gusto si no hago o devuelvo ese regalo.

Un amigo cura me enseñó a aceptar regalos sin sentirse mal, pues la grandeza del regalo, me decía, no consistía solo en el placer de regalar, si no tambíen en el saber recibirlo y aceptarlo. Alguno dirá "claro, es cura, ¿qué te va a decir?" si son los primeros que viven a costa de los demás. Pero no van por ahí mis tiros. Creo que tiene razón. Y todos sabemos a quién podemos regalar sin hacerle sentir comprometido y, por tanto, mal, a disgusto, y a quién podemos arrancarle una sonrisa por su recibo del regalo. ¿Merece la pena poner en compromiso a los demás? No siempre regalar es un gesto generoso. A veces hace daño. Digo