El nacimiento de Juan el Bautista. Lc1,57-66

A Isabel se le cumplió el tiempo de parto y dió a luz a un niño. Vecinos y parientes se enteraron de que Dios le había hecho una misericordia (qué gracia, como suena) y acudieron a felicitarla. En breve fueron a circuncidarlo y le iban a poner de nombre Zacarías, como su padre (recordemos que le pobre andaba mudo por dudar de la palabra de Dios). La madre negó con la cabeza. "Se llamará Juan". ¿cómo!?-dijeron todos- "tú no tienes ningún familiar que se llame Juan. Fueron a preguntarle al padre, que la opinión de la mujer todos sabemos que no cuenta para nada. Y Zacarías, otmó una tablilla y escribió: "Se llamará Juan". E ipso-facto, comenzó a hablar y a alabar la grandeza de Dios. Es evidente que todos fliparon en colores y se preguntaron quién sería este niño que tan misteriosamente había venido bendecido por Dios.

Me ha llamado la atención un detalle. tanto la madre como el padre, que no se encontraban en la misma estancia, decidieron contra todo pronóstico y tradición ponerle un nombre al niño que nada tenía que ver con la familia. La coincidendia dió pie a que todos pensaran que era designio del Señor que le niño llevara ese nombre. Es curioso como a todos les parecío mal que Isabel decidiera algo (en este caso un nombre para un niño) que se salía de lo que entonces se entendía como de buen hacer según la costumbre. Aún hoy, cosas que familiares y amigos no reprochan, comportamiento nuestro poco entendible a los ojos humanos, resulta ser la intención de Dios en nuestra vida. La conclusión que saco es que los desginios de Dios, no tienen por qué coincidir con la mayoría de personas que nos rodea, personas que nos quieren y sólo presumiblemtne, piensan en nuestro bien.

El día de ayer fue un pelín más complicado de lo que tenía planeado. Por la mañana mi viaje en Ciríaca fue según lo planeado. Vaya frío. Se pelaban los huevos.

LA cosa fue que al llegar a la obra coincidí con mi exjefe, mi sustituto y Dirección de Obra. Me insitieron en que me quedara a comer. Y yo había quedado en Tarraco a las 16:30 para mi regalo de Reyes adelantado. Al final me quedé. Fue todo bien, la obra se recibió correctamente. Todo el mundo contento. Me felicitaron en la parte que me tocaba (yo no llegué a ultimar los acabados, solados y pintura). Cogí a Ciríaca y fuimos petardeando a Tarragona. Aunque no me dió tiempo a pasar por casa, ni repostar ni pasarle un paño a Ciriaca, llegué 5 min antes. Abrí mi regalo y debo decír que me gustó. Y yo no soy de fingir, que si el regalo no me gusta, se me nota en la cara. Lo malo de los regalos es eso. Soy difícil de regalar. Pero mereció la pena. Aunque el regalo se quedará en Tarragona, espero disfrutarlo a la vuelta. Tengo toda la vida para eso.

Esto se acaba por este año. Esta misma tarde marcho a Salamanca. Haré escala en Burgos, me aprovisionaré de Morcilla, saludaré efusivamente a un par de amigos y rumbo a casa.

Quiero volver a deseaos a todos una muy Feliz Navidad.

¡YA VIENE EL NIÑO DIOS!