Que vienen los suegros...

Me va a resultar curioso esto de escribir sin tener comentarios, dado que la mayoría están de vacances. Se conoce que esto de los blogs funciona, valga la redundacia, como un funcionariado. En Agosto cerramos por vacaciones. Aunque parece que voy a tener la fidelidad Juani, Moa y Daphne. Gracias chicas por vuestra compañía.

Yo intentaré coger vacaciones 2 semanas a partir del 11 de agosto, pero dado lo sacrificado de mi oficio y los cuatro gatos que estamos levantando España, todavía no las tengo todas conmigo. De esas dos posibles semanas me gustaría irme una a Salamanca y la segunda disfrutar de Tarragona y sus playas (moa no es la única que tiene suerte, je, je). Ayer jueves me di el piro a las 17 h. A las 18:30 estaba en la playa larga. Hasta las 21 h. Qué bien se está en la playa a esas horas. Nos dimos Ana y yo el paseo de punta a punta que tanto nos gusta. Aproximadamente nos lleva una hora ida y vuelta (3 km x 2). En invierno es un paseo agradable también. Y la sensación de “esto es vida” estuvo ayer presente. Ojalá fueran todos los días así. Como en Salamanca no tengo Internet, no podría actualizar, pero estando en mi casa, podré aprovechar más el Internet recién contratado que tengo. Aunque lo estoy amortizando, llevo ya 25 películas bajadas. Luego el siguiente paso será grabarlas en DVD. Y disfrutarlas en la TV.

Veía esta mañana en el telediario una pelea entre dos niñas. Brutal. Patadas en la cabeza. No sé. En mi infancia, las peleas eran bastante Light. No sé que estamos haciendo mal. Espero que los padres de la niña agresora tomen medidas para que no les salga una pegapersonas de por vida. Aunque aprovechando su violencia, bien valdría para reclutarla y enviarla a la guerra.

Yo recuerdo que de pequeño, en el colegio, me pegaron una vez. Si es que a ello le podemos llamar pegar. Me dieron un par de patadas en el culo y empecé a llorar. Debo añadir que eran lágrimas de actuación, deberían haberme dado un Goya al menos, porque dejó de darme patadas. Yo sabía (debía tener 10 años, ya era mayor) que cunado dos niños se pelean si uno se pone a llorar, el otro dejaba su orgullo y vanidad satisfechos y pararía, porque no habría necesidad de seguir pegando. Eso entonces, que pegar por pegar y disfrutar pegando no se llevaba como ahora. También debo añadir que ese que me pegó fue uno de mis mejores amigos de la infancia y al que quiero mucho (ya lo dice el refrán, “quien bien te quiere te hará llorar”, ja, ja, ja), aunque ahora la vida nos haya llevado por otros derroteros y la confianza haya ido mermando, pero cuando nos vemos de guindas a brevas, el recuerdo de lo que fuimos está ahí en nuestras miradas.

El próximo martes vienen mis suegros una semana. Pasaremos algo de apuro en el zulillo donde vivimos, pero bien recibidos serán. A ver si estoy tan buen de humor al tercer día.