jueves, 22 de octubre de 2009

He venido a prender fuego en el mundo:

Y ojalá estuviera ardiendo. Eso nos dice. Supongo que debe ser una gran frustración pretender hacer fuego frotando un palito y ver que todo el esfuerzo que haces sólo vale para ver un poco de humito. (Ya hablo como el Flanders)

Y es curioso, como hay personas que se cruzan en tu vida y te arde el corazón al tenerlas delante. Y recuerdas aquellos dos que se encontraron con un hombre camino de Emaús y que tras reconocerle al partir el pan y despedirse de ellos, se miran uno al otro y se preguntan: ¿No te ardía el corazón...?

Son muchos los momentos en los que siento su presencia. Me vela, me cuida, me protege. Incluso cuando me olvido que está ahí.

Y gracias a que me arde el corazón cuando estoy contigo, sé que estás conmigo.

5 comentarios:

Sara Royo dijo...

Pues q suerte.
Ultimamente, me parece q se ha vuelto sordo.

Bruni, Carla, ¡¡of course!! dijo...

Karolaaaaaa.... que se nos está volviendo loco el niñoooooo!!!!!

Pues claro, el corazón calentito, como tiene que ser.

BESOS GUAPO!!!

Reales dijo...

A mi me arde la cabeza!!!!!


Mil besos

MARIETA dijo...

Pues que nos siga velando y cuidando que está la cosa muy malita... A mí me cuidáis mucho los demás también. Ele.

Yuria dijo...

El fuego purifica. Y es una fuerza superior, sólo el agua le puede y sólo si aún no ha tomado demasiado volumen. Esas personas que nos transmiten la sensación del fuego, como dices, creo que son como un milagro en nuestras vidas.
Me dejas con una idea preciosa: que tenemos que propagar fuego.

Un beso.