miércoles, 14 de octubre de 2009

Ay de los que pagan el impuesto de la menta.

Evangelio según San Lucas 11,42-46.
Pero ¡ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.

Desde luego, a veces he creido que con hacer bien mi trabajo y pensar que a cada uno lo que es suyo, estoy contribuyendo a un mundo mejor. Pero en realidad, así solo construyo un mundo frío, con mucha organización pero con poca humanidad. ¿Por qué es posible que aún ahora siga pensando que eso es lo mejor? ¿Sólo el que trabaja merece el fruto de su esfuerzo? ¿Y quién me ha procurado a mi el trabajo? ¿Yo mismo?


¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas!

Me has pillado. Cuanto me gustaría que me reconozcan como la mejor persona del mundo. Como me gusta entrar a un sitio y recibir un afectuoso saludo (¡Hola Nacho!) Considero que ando por la cuerda floja en este punto.


¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!".

Qué gráfico eres. Si entrara en un cementerio, supongo que no me daría por ir pisando las tumbas. No sé si por yuyu o respeto. Pero supongo que la misma falta sería pisar aquellas en las que por no prestar atención, he pisado y dejado mi huella sin pretenderlo. Así me pasa a veces con las personas. Sin detenerme a pensar antes en lo que digo o hago, llego a ofender y dejo una huella que ojalá nunca hubiera dejado.


Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: "Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros".
El le respondió: "¡Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo!

Por una extraña razón, (mira que llamarte a ti extraño, jajaja), me has en señado (un poco, que ya sabes que me cuesta aprender) a no poner cargas insoportables. Cada vez se me da mejor perdonar y comprender las faltas que los demás hacen, porque yo también he sido capaz de cometerlas y necesito del perdón.



Y me ha hecho mucha gracia eso de "los que pagan el impuesto de la menta" jajaja.

Hoy la lectura, aunque suene a seminario, reconforta. Me hace humano y me hace ver así al resto. Me hace igual y hermano.

Y tras mi breve reflexión personal, voy a hablar de los demás, sacando un poco de maldad. Creo que hay muchos de esos por la vida que podría denominar de los que pagan el impuesto de la menta. Muchos de esos que niegan la existencia de Dios, que creen vivir en sociedad, que no necesitan a Dios para ser felices, que ven a Dios como la causa del mal de los hombres. Piensan que las leyes y la justicia son suficientes para vivir en paz. Pobres. Me parece curioso como dos tipos de pobreza se dan la mano. Esa pobreza humana trae asociada la otra pobreza, la del que no tiene nada. Pero vosotros, seguid. Seguid pagando el impuesto de la menta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para pensar y reflexionar...
Un gusto leerte.
Saludos.

Nacho dijo...

salvadorpliego: Gracias