jueves, 9 de abril de 2009

Día del amor fraterno

Evangelio Según San Juan 13,1-15

Al igual que Jesús deseó enormemente celebrar esta PAscua con sus amigos, me moría de ganas de sacar algo de tiempo para volver a escribir lo mio, un tostón para algunos.

Acabo de poner por primera vez la lavadora del piso. Probándola. He terminado por fin de barrer y fregar el suelo. Mientras se seca estoy escribiendo. Por fin un rato de relax. Fue mudarme y carecer de tiempo. el trabajo comienza a absorberme como una esponja. Menos mal que me gusta lo que hago. si no, qué sería de mi.

Me apetecía escribir algo sobre el Santo Jueves. Una pequeña reflexión en alto. Esta vez estoy escribiendo sin haber reflexionado antes. Lo hago a la vez. Y me gusta. El jueves es fiesta en Salamanca. Ando deseoso de que abra mi peluquero para poder cortarme el pelo. Podría decir que me siento un gitano mientras escribo.

Siempre me pareció curioso (igual me estoy equivocando) como la fiesta más importante para los cristianos es la más olvidada. Recuerdo hace 13 años como mi Parroquia de Salamanca rebosaba de gente durante la celebración de los oficios. Tenías que llegar con tiempo para encontrar un sitio para sentarse. Hasta el gallinero de arriba en la parte de atrás se abría para crear más espacio en el que poder sentarse.

Ahora somos una parcela de chopos. Quiero decir que se ven huecos. Uno aquí, otro allí. Da igual que llegues tarde, puedes elegir donde sentarte. Noto vacío. Y tengo que decir que echo de menos aquellos oficios de calor humano.
Ahora visito un lugar donde se está creando ese calor humano. No lo frecuento tan a menudo como quisiera porque el trabajo no me lo permite. Ese sitio es como un harén. Todas son mujeres menos yo. Un paraíso, vamos. Pero al tema, Nacho, que estás reflexionando.
En la tarde de hoy se nos habla de aquella noche en que Jesús y sus amigos cenarían por última vez. Y antes, Jesús se ciñe la túnica y comienza a lavar los pies a sus amigos.
Recuerdo una dinámica de grupo que consistía en esto mismo. En lavar los pies. Tras un silencio de reflexión, uno debía coger la palangana y dirigirse a la persona a la que creía conveniente lavarle los pies. ¿Imaginais la cara que se le queda a uno cuando alguien se te acerca y te pide que te descalces para lavarte los pies? Muchas eran las razones por las que alguien podría lavarte los pies. A veces lo podías suponer, pero otras te quedabas con la mosca detrás de la oreja.-"¿Qué le habré hecho yo a este? " Podría ser también de agradecimiento o que estuviese enfadado contigo y fuera su forma de comerse el orgullo. El espectáculo estaba servido. Las reacciones eran de lo más variopintas. La cara de sorpresa de unos, la incredulidad de otros, el rechazo de aquellos que se negaban a que alguien en particular les lavara los pies, el...
Algo parecido le pasó a los amigos de Jesús. Pedro, por ejemplo. Fue el primero en negarse en que Jesús le lavara los pies. ¿Cómo iba a permitir que su Señor realizara el trabajo destinado a los sirvientes?
Si cogemos esta lectura y escuchamos a Jesús preguntarnos si comprendemos el significado de lo que está haciendo, casi con toda seguridad pensaremos que lo que quiere decirnos es que tenemos que servir a los demás.
Pero hoy, nada más leerlo, he comprendido una cosa. Tengo que dejarme "lavar los pies" por ÉL. Dejar que se acerque a mi, que me toque, me descalce, ... quitarme esa vergüenza similar a la que tiene uno cuando está en el hospital y tienen que limpiarle otros. Eso es de lo que nos tenemos que dar cuenta hoy. Tenemos en nosotros porquerías que no somos capaces de quitarnos. Pero a la vez no nos gusta que nadie se de cuenta y venga a limpiarnos. Jesús nos dió ejemplo para que nosotros hiciéramos lo mismo entre nosotros. Pero para eso, primero tenemos que dejarnos lavar por Él.
Esta noche vence la batalla un sentimiento de pena. Como el que experimente ayer noche al irme tan tarde a la cama. Eso que se siente cuando algo que nos gusta llega a su final. Ahora que sabemos lo que pasó, llamamos a esa cena entre amigos la ULTIMA CENA. Al igual que la Gran Guerra no fue llamada después la Primera Guerra Mundial, dudo que los apóstoles supieran que iba a ser la última con su gran amigo. Y eso que Jesús les daba pistas. Uno de ellos le iba a engañar entregándole.
Y yo me hago una pregunta: ¿Judas se dejó lavar los pies? Me parece curioso plantearse como una persona que se dejó "lavar" por Jesús, quedando limpio, como pudo tener tanta suciedad en el alma como para hacer lo que hizo en menos que canta un gallo. ¿No fue bien lavado por Jesús?
¿Qué es lo que falló?
Menos mal quela respuesta me ha venido en seguida, siguiendo en la línea de mi primera reflexión. Podemos dejar que nos limpie, pero de nosotros depende mantenernos limpios. Mi mente se va a mis pocos años, cuando una madre cansada de que diariamente le llevara los pantalones de barro, me puso un jabón en una mano y los pantalones sucios en la otra, añadió algo de agua a la bañera y me dijo: "ahora vas a restregar ahsta que queden limpios". Está claro que esos pantalones fueron después a la lavadoram pero desde entonces tuve bastante más cuidado en que la ropa me durara más tiempo limpia. Es evidente que siendo un niño, aún teniendo precaución, volvía a llegar a casa con los pantalones de barro hasta las orejas (un niño tiene que jugar), y siempre tenía a mi madre dispuesta a darme unos pantalones limpios y laverme los sucios.
Dios es como una madre, es posible que alguna vez, nos de algún susto para que sepamos mantenernos limpios, pero por mucho que nos ensuciemos, siempre estará ahí con mucho amor dispuesto a lavarnos los pantalones que no hemos sido capaces de mantener inmaculados.
Por todo esto, hoy, más que nunca, tenemos que ser conscientes de la importancia de dejar que Dios se acerque a nosotros como se acerca a los niños, y procurar, como hacía él cada dos por tres, practicar mucha oración para mantenernos limpios y poder lavar los pies de los demás.

5 comentarios:

Eva dijo...

Bien ,por mucho que nos quejemos del tostón, hoy vuelvo a este mi harén buscando una de tus reflexiones.... al igual que tu he ido procesando mientras leo,y escribo sin meditar sobre el tema.

conclusión: es mas difícil dejarse lavar que lavar uno mismo.

Porqué? tengo que pensarlo, te contesto otro dia.

Espero que lo pases bien en nuestra quiero decir vuestra semana santa¡¡¡¡¡¡

Un abrazo.

Eva.

Nacho dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Nacho dijo...

Gracias Eva. Pienso como tú. Es más fácil lavar que ser lavado.

Es más fácil pedir perdón que perdonar.

Debe ser muy curiosa la Semana Santa Ortodoxa. ¿Es muy diferente? Me refiero al enfoque de la psaión de Jesús, no a las procesiones y demás parafernalia.

LUNA dijo...

Bonita tu reflexion, si a veces necesitamos que nos "laven" el alma, quiza para ser mas humanos y un poco mas buenos,saber pedir perdon y perdonar,teniendo limpia el alma, siendo cuidadosos q no se nos "ensucie" podremos ser un poco mas felices.
ah!! ya he leido el comentario q me has dejado jajaja, muy bueno jajaja
q pena q no puedas venir al eventooo.
un beso.

Anónimo dijo...

Te contesto tarde......
La semana santa aquí se vive de una manera mucho mas discreta, se puede decir que incluso pasa desapercibida si no eres creyente, eso si, el domingo de Pascua es una de las fiestas mas grandes, mas incluso que la Navidad y todo el mundo se felicita y lo celebra.

Un abrazo.

Eva.