sábado, 16 de enero de 2010

Películas de las tantas.

Ahora están echando "El Leñador" en La 2. Trata de la historia de un expresidiario que cumplió condena por su delito de pederastia. Abusaba de menores. Sale en teoría rehabilitado, pero desprende su preocupación por volver a reincidir. No quiere.

El ritmo de esta película es extraño. Como otras películas que echan a estas horas. De esas que empiezan a partir de las 0:00 h o 0:30h.

En Navidad, la srta. Pepis y yo, tras venir de tomar unas cervezas, al llegar a casa puse la TV. Empezaba una película titulada "El agente de estación". Me gustó mucho. Estábamos cansados pero nos quedamos a verla.

Se trataba de un señor que tenía enanismo. Era un adulto enano. El ritmo de la película es como la que estoy viendo ahora. Un ritmo de corazón lento. Me gusta. Este hombre no solía hablar con nadie. Prefería ir a su bola. Total, nadie se atrevía a acercársele. ¿De qué vas a hablar con un enano? Las personas le miraban como con pena. Otros como si fuera una atracción de circo y los de mal corazón se reían de él y se mofaban.

Este hombre trabajaba en una tienda de modelismo ferroviario. Fue lo que me llamó la atención al principio de la película. Será deformación profesional. El dueño de la tienda murió y la tienda fue puesta en subasta como todo el género. Le dejó al enano en herencia un antiguo edificio de estación. El pequeño hombre se muda.

Allí conoce a un vendedor de café, helados, etc. Un chico muy simpático que ve en el a un amigo. No ve a un enano. La pelicula es encantadora. Pese al correcto comportamiento del enano que educadamente intenta prescindir de su compañía, el vendedor de helados insiste en ser su amigo.

Aparece en escena una mujer separada que es pintora. Se forma un extraño triángulo en la película. El enano les enseña a ambos lo maravilloso que es estar sentado en un banco viendo pasar trenes. Sí, ya sé, ¿qué tiene de maravilloso estar sentado al lado de la vía a ver pasar los trenes?

Me transmitió lo que sentían los personajes. Se sabían que se tenían los unos a los otros mientras miraban pasar el tren. Los tres, a su manera, antes de conocerse entre sí, estaban solos. A través de esa observación de los trenes pasar sentían su compañía mutua. No tenían por qué hablar. Se sabían amigos. Compartían los silencios y los silbatos de locomotora.

La pelicula me recordó los tiempos en los que yo compartía silencios con mis amigos. Me limitaba a disfrutar de su compañía. Me vi reflejado en la pelicula. Sabía que sentían los personajes. Me hizo pensar en los amigos que tengo lejos. En los amigos que he hecho lejos también. Ahora disfruto de su compañía y de sus silencios también. Incluso a través de la red.

No sé si me he explicado bien. Sentarse con un amigo a ver pasar un tren, podría asemejarse a un paseo por Cofete, con la compañía del sonido de las olas del mar.

4 comentarios:

Jo dijo...

cuando se tiene la compañia correcta o el cómplice es lindo disfrutar un paisaje, ver un tren en vias... o incluso los pajaros que aceleran su emigre por encima de nuestras cabezas


a veces perdemos esa visión de las cosas cotidianas que pasan desapercibidas y que a veces es tan grato compartir


abrazo

arcademonio dijo...

...y antes de esa peli dieron la estanquera de Vallecas...creo que en silencio vemos ambos la 2...y nada como un paseo charlatan para sentarse a orillas del mar para compartir silencio...yo solía ir en Cartagena a un lugar con vistas infinitas...a compartir silencio con mi amiga Merche...ahora nos enviamos mensajes con puntos suspensivos...infinitos besos de bolsillo...

´´Saray´´ dijo...

A mi como has descrito la película del señor enanito me han entrado ganas de verla ¿de qué país es?
voy a investigar en la wikipedia :)
Un saludo.

Nacho dijo...

Aunque no lo parezca, Saray, es norteamericana.