Este finde pasado me quedé en Girona.
Y descubrí un sitio que me hizo encontrar muy a gusto. Aunque no llegúe a entrar, si me asomé y puedo decir lo que me transmitió en ese momento. Daban ganas de llamar a la puerta, de entrar, de saludar, de abrazar, de ponerse cómodo. Nada de smokings ni zapatos. En zapatillas de andar por casa.
Allí dentro te sientes a gusto. Te apetece charlar, te encanta reir, te desahoga llorar.
Los silencios existen, pero no son incómodos. Las miradas se cruzan y se lo dicen todo. Uno se siente acogido desde el primer momento. Dentro sientes el calor y la calma.
¿Y qué sucede cuando te alejas? Que echas de menos la vuelta. Y pasa lo que en esta noche me pasa. Que vuelvo y ¿qué me encuentro? Me encuentro la puerta cerrada.
1 comentario:
Si, a mi también me ha enamorado mas de una vez algún rincón de Girona.
Seguro que cuando decidas volver te encuentras la puerta abierta, ya lo verás.
Saludos.
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