martes, 21 de julio de 2009

Sábado Coruñés

Bueeeeeeeeno. Se hizo el Sábado. Como no teníamos incluido el desayuno en el hotel, nos fuimos al "Delicias", un bar que dicen que no cierra nunca. Sirve a los clientes diurnos, y también a los nocturnos, pues todos los que habían estado disfrutando de la noche de fiesta iban allí antes de acostarse a tomarse su chocolate con churros. Supongo que una fruta coruñesa que yo me sé conoció su época de esplendor.






Después nos fuimos a patear nuestra querida Ciudad. Dejando atrás la Glorieta de Cuatro Caminos, seguimos hacia los jardines de Méndez Núñez. El jardín de la foto, asombrosamente, amanece con la fecha actual. Siempre dije que los gnomos de este parque trabajan a destajo de forma misteriosa.



Seguimos camino, disfrutando de ese aire fresco que envuelve a toda la ciudad. Paramos a tomar una foto con las "Galerías" al fondo.



Los colores de esta peculiar embarcación me recordaron a alguien. Y le saqué una foto






Hay que ver como disfrutábamos de este segundo paseo. Y es que es un placer auténtico dejarse los pies en esta ciudad. Seguimos el paseo marítimo, pasando por la fortaleza de San Antón. Aún sigue en obras esta parte. ¿Cuando acabarán? Tras pasar por la característica torre de control del puerto, cerca de la cual juraría que han construido esos edificios que antes no estaban. Hace tres años, cuando me saqué la foto con Ciriaca no aparecían. Seguimos camino respirando ese mar atlántico que refrescaba los pulmones. Y no sé si era el aire o mi plena consciencia de donde estaba, pero estaba pleno de felicidad. Y todo el rato iba repitiendo "¡Pero qué bonita es A Coruña!".
Se vislumbraba mi antigua morada de adormideras. Y sacamos unas fotos a un par de gatos la mar de simpáticos.
















Nos acercábamos a adormideras. Pasamos a saludar a mi antigua panadera. Le decía a la srta. Pepis que lo primero que iba a decirle al entrar era "¡Hola, ¿sabes quién soy?". Pero no hizo falta decir nada. Al vernos entrar enseguida exclamo: "Cuánto Tiempo!. Qué morenos, qué jóvenes y qué guapos!". Vaya que si se acordaba. Y eso que la última vez fue hace 2 años, creo. No sé si fue mayor su alegría porque fuimos a verla o la mía por ver que no me había olvidado. Nos dimos besos y estuvimos un ratillo charlando, que era temprano aún para la hora punta de la clientela. Al final le encargamos media empanada de zamburiñas para el domingo, que las cenaríamos. Nos despedimos de ella y nos acercamos a una competición de cometas en la Torre de Hércules.











Esta foto la tengo en otras 2 épocas anteriores, con el soldadito.





Y cómo no, rememorar esa otra foto que tengo en esta misma fuente haciendo la misma tontería. Algún otro día puedo poner las dos juntas en el mismo opst para poder comparar el paso de los años.







Esta foto de fondo del Riazor la saqué porque se ven las aletas de varios delfines que se habían aventurado en la ensenada del Orzán. La primera vez que los vi. Había por lo menos 6.







Se acercaba la hora de comer. Y hoy tocaba la Domus. La carta la habían cambiado. Ya no era tan rimbombante cmo antes. Ahora con tres palabras estaba el plato dicho. De primero, las zamburiñas con crema de patata. Buenísimas. De segundo Vieiras con compota de tomate. Estupendas también. Una verdadera delicia. Y todo esto aderezado con un vino blanco godello, de cerquita de donde vivía antes. Guitián fermentado en barrica del 06. Hacía mucho tiempo que no probaba este vino elaborado en Rubiá, con denominación de origen Valdeorras. Excelente como acompañamiento. Lo siento por los ribeiros o albariños, pero es que el Guitián... es mucho Guitián. No sé si tendré aún una botella en Salamanca. Claro, que si la tengo, me daría mucha pena abrirla. De postre, cuando nos traeon la carta no vimos uno que nos apeteció que estaba en el menú del día. Y nos dijo que ningún problema. No recuerdo que era pero tenía chocolate.
En la Domus, es más bonito comer que cenar, porque por la noche no puedes ver el paisaje por el reflejo de las farolas. Estoy a contraluz, pero lo que importa es el fondo, no el protagonista zampón (madre mía como me estoy poniendo de gordo)












Después de comer, foto en la terraza. Se cubrió el sueño con ese orballo encantador. Entramos al museo, que se puede entrar gratis si comes ahí. Y aquí ocurrió la gran anécdota. Había una mesa donde te colocaban un sensor en la cabeza y te medían las ondas cerebrales, concretamente las alpha. Y para que nos diésemos cuenta de la energía de estas ondas, habían construido un aparato de competición. Se colocaba una bola en el centro de una mesa. A Ambos lados los contrincantes. El que conseguía estar más relajado, no pensando en nada o, al menos, en cosas agradables, optenciaba las ondas alpha, consiguiendo mover la bola hacia la ortería del contrario. Ganaba quien conseguía meter gol al contrario. La Srta. Pepis y yo decidimos probarlo. Antes de decir quién ganó, los que me conocen y alguna vez me han preguntado que qué pensaba y les contestaba que nada, siempre pensaron que les mentía. Me decían que era imposible no pensar en nada. Pues bien, os diré que otros que participaron dle experimento antes que nosotros, duraban un rato, avanzando la bola y retrocediendo. Los que eran más competitivos acababan perdiendo, porque eran incapaces de relajarse. Además de la bola, había unas pantallas que mostraban el gráfico de tus ondas cerebrales. Cuanto más bajas y sin picos, más relajado estabas.

Pues bien, fue ponernos los sensores y enfrentarme a ondas alpha con la Srta. Pepis que la bola empezó a avanzar contra su portería y en cuestión de 5 segundos (y las risas que me entraron) la dejé derrotada. Decía que había perdido porque no le había dejado concentrarse con mi risa. Y lo más gracioso de todo es que la guardiana del aparato me dijo que era la primera vez que veía un gráfico tan plano como el mío. Y nos empezamos a desternillar de risa, jajajaa. Yo le dije que el secreto era en ser como Hoomer ("Quiero cacahuetes")







Nos fuimos a tomar un café luego al Vecchio. No eran tan buenos como yo recordaba los cafés. Pero bueno. Paseo por el Marítimo, Calle Real, María Pita... ¿Qué fueron de esas flores violeta que adornaban esta plaza? Quedaban pocas en los soportales, pero habían quitado las de las ventanas. Pierde mucho, pero bueno. Supongo que sus razones tendrán.











Como llevábamos hecha una verdadera maratón a paseos, decidimos probar los cines de un centro comercial que hicieron enfrente del NH Atlántico. La peli que vvimos fue la de Harry Potter. Nos vinieron de lujo para las piernas esas dos horas y media de pelicula. Por cierto, estuvo entretenida, pero sin un final, cosa que me jode. Habrá que esperar a la siguiente.
Subimos arriba del todo, a las terrazas, desde donde saqué esta foto. Desde allí pudimos contemplar una celebración en barcas en el puerto. como si de un rocío naviero se tratara. Un coro cantaba una especia de habanera que decía algo que me llegó al corazón: "Qué máaaas se pueeedeeee pediiiiiiir que viviiiiir en Laaaaaa Coruñaaaaaaaaaa"
Cuanta razón tenía la canción. Quien vive en La Coruña lo tiene todo. Qué añoranza de mi vida allí. Sigo pensando que cuando me jubile me iré a morir a La Coruña.






Después nos fuimos camino del hotel. Serían las 22 h. Decidimos pasar por la Cervecería, que el viernes estaba a rebosar y nos agobió entrar. Y aunque había mucha gente, me soprendió una cosa. En todo el local (salvo arrriba) ESTABA PROHIBIDO FUMAR. Qué bien se estaba. Un grupito de tres, al igual que nosotros dos, con la Estrella Galicia en la mano esperaba encontrar mesa y asiento. Parecía que la mesa que se encontraba entre nosotros dos, iba a vaciarse enseguida. En lugar de competir a ver quien se la quedaba, le hice gestos a una de las chicas del trío (no se las iba a hacer al chico, claro, que eran dos chicas y un chico). Me entendió a por gestos accedió a mi propuesta. Pero nuestro gozo en un pozo. Una señora del grupo se quedó sentada y se le juntaron otros señores. La srta Pepis y yo, cansados de todo el día de pie (el cine amortiguó el cansancio pero no lo quitó del todo), empezábamos a notar el otro amargor de la cerveza. Pero a nuestras espaldas, media mesa quedó vacía y la ocupamos. El trío nos vió y maldijo su mala suerte. Pero como había sitio, esta vez al chico, tambén por gestos, le dije que podían ponerse a nuesto lado. Y como no, aceptaron. No sienta igual la cerveza sentado que de pie.
Ya en la mesa, nos pedimos otra y una ración de raxo, por cenar algo.
Acabó el sábado.

















5 comentarios:

MARIETA dijo...

Te sabes la canción??
Vi-vir-na-CORUNA-qué-bonito-é!!

Moadiario dijo...

Como me ha gustado la foto de los churros con chocolate!!! jejejeje
Claro q te estas poniendo gordito, si no dejas de comer, hijo mio!!!!
Luego, tendrás q hacer un montón de playas para bajar esa barriga!!!
jajajajaja pero q te quiten lo bailao!!!!
Disfruta, muchos besitos!!!

Sanve dijo...

Da gusto la emoción con la que cuentas tu estancia... :)

Un besote y bienvenido de nuevo!

Bruni, Carla, ¡¡of course!! dijo...

Que envidiaaaa!!!
Menudas vistas el restaurante y me ha encantado el jardín con fecha del día, cuidando el detalle, si señor, bueno, y el gato también... ¡¡ y los churritos...ayyyy los churritosssss!!!!

Yo estoy sacando las maletas ya mismo. El viernes, a La Manga.

Un besazo controversia con patas.
(tengo wifi en el hall, me llevo el portátil, así que lo mismo nos vemos algún día, aunque me apetece desconectar de internet, pero yo sabes, parece que es como el tabaco , que cuesta dejarlo. Ya lo comprobaré)

MUUUUAAAAKKKKK!!!

Estela dijo...

Hace dos años paso unos días por esas tierras y me encanto TODO, la Torre de Hercules donde se ve la rosa de los vientos magestuosa y esos acantilidos y etc....... me alegro mucho que disfrutaras yo me infle de pulpo jejeje