Una playa como cofete vale para perderse en soledad, bien acompañado y para pensar.
domingo, 30 de agosto de 2009
Vacaciones lloviendo.
PUES QUE SE LO VA A PASAR DE LO LINDO.
VACACIONES, ALLÁ VOY!!!!!!
martes, 25 de agosto de 2009
Sorpresa.
Intentado recordar esa primera voz.
Y mira por donde.
Me llama.
Gracias. Tenía muchas ganas de escucharte.
sábado, 22 de agosto de 2009
Passport
jueves, 20 de agosto de 2009
Santa María
SANTA MARÍA.
Y razón no le faltaba. jajajaja
miércoles, 19 de agosto de 2009
Para ser feliz no hay que ponerse a la cola
Hay muchas personas que creen que esto de ser felices tiene prioridades. Tienen primero derecho aquellos que han tenido una vida más sacrificada, que se han preocupado por los demás desde siempre. Que aquellos que han tenido una vida de alegre pisoteo al compañero de viaje debieran tener su San Martín cual gorrinos bien cebados.
Recuerdo hace muchos años, en una catequesis, discutíamos sobre la filosofía del perdón. El perdón como lo entienden los católicos. Nadie entendía como era posible que Dios acogiera por igual a un señor que había hecho el bien toda su vida como a otro que habiendo matado, asesinado y violado se arrepintiera de todo ello en su lecho de muerte.
¿Acaso el arrepentiemiento sincero no tiene como postre el perdón? Entiéndase el arrepentimiento de verdad, como aquél que se quema la mano tras acercarla al fuego y se arrepiente y no vuelve a hacerlo.
Si bien este caso no se entendía, tampoco era aceptable el que se arrepentía en vida y cambiaba su forma de vivir en lo que le restaba de ella.
¿Por qué pensamos que para ser felices hay que ponerse a la cola?
La vida nos pone en situaciones difíciles. A veces las circunstancias son tan duras que ahogan, haciéndonos tomar decisiones equivocadas. Tomamos caminos que no nos convienen y sacan lo peor que tenemos dentro.
Pues no hay colas que valgan. El mensaje del Evangelio está claro. El denario del jornal está para todos, cualquier hora es buena, cualquier momento es bueno para cambiar nuestro rumbo.
martes, 11 de agosto de 2009
Estando mal
En un intento por recordar como soy cuando estoy mal, sólo consigo un vago recuerdo.
Ni soy ni me muestro tan contento. Me aparto. No quiero que me vean así. No quiero hablar con nadie. No quiero andar explicando qué es lo que me hace sentir mal. Quizá no lo sé ni yo. Igual es un bajón de esos que todo el mundo tiene derecho a tener de vez en cuando. Hasta las personas que nos cuesta borrar la sonrisa de la cara.
Me suele dar vergüenza que me vean mal. No quiero que me llamen. No quiero que se acerquen a mi. No quiero que nadie me entienda.
Quiero que me dejen sólo. Solo yo me entiendo de verdad, aunque no entienda qué me pasa.
Y cuando crece en mi el desasosiego es peor. Quiero que todos sepan que estoy en mi cuarto y que no tienen que entrar para nada. Busco una luz pero bajo las persianas. Supongo que alguien ajeno, que no me conoce y que no sabe que estoy en esa habitación a oscuras es la persona más indicada para abrir la puerta y dejar que la luz vuelva a penetrar en mi vida.
lunes, 10 de agosto de 2009
"Folletos de Fe".
Esta frase que he leido, no sé por qué, pero me ha llegado al alma. Es posible que alguna vez la haya sentido. No sé si algun vez me sentí identificado. Pero ha sido leerla y mi espíritu ha saltado inquieto. LO DICE TODO.
"
Yo siempre he pensado porque así me lo han dicho y así lo he sentido (si me lo dicen y no lo siento, como si no me lo hubieran dicho) que la Fe es un Don de Dios. Y Don es regalo. ¿Has apreciado en el centro de las ciudades esos que reparten publicidad? ¿No has pensado alguna vez qué trabajo más desagradecido? Unos les cogen los folletos y otros los rechazan.
Pues yo creo que así nos pasa con la Fe. Unos deciden aceptarla y la cogen, y otros no.
Están aquellos que nada más ver al repartidor de publicidad, le esquivan o pasan a su lado ignorándole.
Están los otros que cogen el folleto y ,sin leerlo, lo tiran sin más al suelo delante de las narices del repartidor o poco más allá.
Los hay más educados también. Cogen el folleto y sin leerlo tampoco (es imposible que cualquier cosa que aparezca en ese folleto pudiera interesarles lo más mínimo) lo tiran, pero no al suelo, no que no es cívico, lo tiran a una papelera.
Y luego están lo que lo cogen, lo leen y se lo guardan en el bolsillo. Estos últimos se dividen entre los que lo tiran días después y los que no lo tiran y sacan la ropa de la lavadora con un montón de papelitos en blanco oliendo a detergente.
No sé por qué, se me antojó comparar esto con la Fe. Nunca me gustó la expresión "Vivir en la Fe". Me da yu-yu. Prefiero decir vivir con Fe o sin ella. Creo que la Fe es como el folleto de los repartidores. La coges o no la coges. Puedas cogerla y al momento tirarla, o permanecer con ella un tiempo, hasta que te cansas de tenerla en los bolsillos. Los hay que viven con Fe toda su vida (hasta que la lavadora la transforma en papelines blancos olor jabón, jajaja).
Lo que con esta comparación quiero decir (sin pretender explicar todos los casos) es por qué una persona que tuvo Fe y decide vivir sin ella, cree que ya no es posible volver a tenerla. ¿Acaso cuando tiramos un folleto, ya sea al suelo o a la papelera si vamos de progres guays, creemos que nunca más nos volveremos a encontrar con un repartidor de folletos? NO, ¿verdad?
Pues lo mismo pasa con el regalo de la Fe. Siempre habra un Dios esperándonos en cualquier esquina, entrada de la plaza mayor de Salamanca o cualquier lugar turísitico ofreciéndonos nuevamente folletos de Fe.
domingo, 9 de agosto de 2009
En la playa
Pues bien. Abrí el libro que estoy leyendo cuando una conversación de adolescentes impidió mi concentración en la obra maestra de Dickens. Dos chicas pusieron sus toallas sobre mi, en 4ª línea de playa si yo estuviera en la tercera. Comenzaron a hablar. Al principio pensé que hablaban entre ellas. Imaginad de qué podían hablar dos chicas de 15-16 años. Evidentemente de chicos. Los sorprendente es que cuando levante la vista, no estaban hablando entre ellas, sino a través de un móvil.
Una de ellas había perdido a la madre de vista. Parecía la más madura (jajaja, madura digo, era por lo que ella quería hacerse pasar). Aconsejaba a la otra que viviera la vida, que era muy joven, jajaja. Imagino que ese consejo saldría de su larga experiencia. Habalaban de los clásicos ligues de verano. De sus noches en las que flirteaban con italianos, ingleses... A la rubia le había hecho tilín un holandés. Hablaban de ellos como si fueran un gran regalo exótico que les pusiera la vida a sus pies.
Debo añadir que me producían cierto rechazo. Pero no era su conversación, que me hacía gracia escuchar y que además me impedía distraerme. Era el pijerío que desprendían. Entre oseas, qué fuertes y demases pestes pijas, no podía seguir con mi lectura.
Por otro lado, esta playa no estaba mal. Era la primera vez que íbamos. La habíamos descubierto la Srta. Pepis y yo en una vuelta en Ciriaca. Y como quería llevar a mis padres a la playa, decidimos aterrizarles en esta. Cubría a los 3 metros de la orilla. El agua estaba cristalina, de un color azul turquesa. El fondo se veía nítido. Daba gusto bañarse.
Volvimos a Girona por Sant Feliu de Guixols, para enseñarles lo turístico del lugar. Cuánto tráfico. No me gustan nada estas carreteras en verano. Ni las afluencias masivas de gente.
jueves, 6 de agosto de 2009
¿Qué pasó en el monte TABOR?
Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría "resucitar de entre los muertos".
Siempre fue un misterio esta lectura. Si interpretáramos literalmente el texto, Jesús se volvió brillante y blanco. Imagino que adoptó una forma como si de una aparición se tratara (como esas personas que dicen haber visto a la Virgen y te cuentan que no se han cagado de patas abajo). Y encima había voces de ultratumba y todo ("Este es mi hjo amado, el elegido, escuchadle"). Entonces ¿por qué Pedro dijo lo que dio si estaba realmente acojonado?
Una cosa tengo clara. Cuando Pedro dijo que se estaba muy bien, que hicieran tres chozas y se quedaran allí para siempre, quiere decir que el hecho de la transfiguración causó ese sentimiento de paz y ganas de no volver al mundanal ruido. ¿Por qué se llenó Pedro de temor?
En mi vida he conocido a personas que me han entrado por el ojito derecho. Personas que me han despertado gran simpatía y que llego a dejarles hueco en mi estrecho corazón. Y aunque el primer sentimiento que me despiertan es un enorme gracias a Dios por haberlas cruzado en mi vida, viene acompañado ese sentimiento también, como si de la otra cara de la misma moneda se tratase, de un gran miedo a perder toda eso .
Siempre me han dicho que me emociono mucho y pongo demasiado de mi parte al principio de toda relación. Pero nadie sabe el miedo que me entra a perder todo lo bueno que siento que estoy ganando en ese momento. Y creo que Pedro sintió un miedo similar. O, mejor dicho, yo siento un miedo similar al de Pedro. Y me siento como los toreros. Se enfrentan a menudo al mismo miedo, esto es, al toro. Pero si les preguntas si sienten miedo, esperas que te contestes que no, porque deberían estar acostumbrados al toro. Pero mira por donde, hasta los valientes tienen miedo.
Espero que los antitaurinos sepan entenderme, que estoy seguro que los ha por ahí que piensan que enfrentarse a un toro no es valentía sino locura. No estoy deciendo eso, ¿eh?
Y yo, a los nuevos amigos, como al toro, hay que cogerles por los cuernos.
También se da la situación de querer que ese entorno amable que procuran las nuevas amistades dure para siempre. Pero hay que ser conscientes de que en algún momento hay que bajar del monte a la vida real. Y la vida real nos dice que con los amigos se discute, que los amigos defraudan, que... entonces supongo que tendremos que recordar que siempre nos quedará un monte tabor al que subir para olvidarnos de todo lo mundano que contamine nuestra amistad.
lunes, 3 de agosto de 2009
Bueno.
Está también el tema del cuarto oscuro. Todo nos parece limpio y ordenado pero, cuando encendemos la luz, vemos clarametne la porquería que nos envuelve. Y ya no volvemos a estar a gusto en ese cuarto.
Es por eso que muchas veces preferimos vivir en la oscuridad. Y, aunque aparentemente parezca una paradoja, a nadie nos gusta ver la porquería que llevamos encima. Y eso es lo que tiene la luz. O lo que es lo mismo, lo que tiene Dios. Cuando uno es iluminado por Dios tiene dos reacciones: una de rechazo, porque no le gusta ver lo malo que tiene uno, y otra de aceptación y de ganas de ponerse a la obra para limpiar la porquería de nuestra vida.
Yo soy de estos últimos. Frente a la incomodidad de saber que no termino nunca "mi limpieza" y sentirme "sucio", pongo las ganas de quere estar limpio. Pero claro, ¿cómo mantenerse limpio viviendo en una nube de polvo constante que es la vida? Desde luego, no parece la mejor opción enclaustrarse en uno mismo. Hay que vivir, equivocarse (=ensuciarse) y recapacitar sorbe lo que hacemos. A veces nos manchan y a veces manchamos nosotros. ¿Y cómo podemos darnos cuenta de eso? Evidente, a la luz de una candela. ( A la luz de Dios)Porque si vamos a oscuras por la vida, no veremos más que lo que queremos ver.