Una de las reflexiones del Via Crucis llamó mucho mi atención. Y fue el significado que adquirían las murallas de la ciudad de Jerusalén. Puertas hacia adentro, era lugar sagrado. No se podía profanar. Respetan el símbolo, decía la reflexión, pero a ti (Jesús), te sacan afuera para crucificarte.
Sí, ya sé que siempre digo lo mismo. Mucho dicen de mi que soy un blasfemo por no darle importancia al símbolo. Pero me parece lamentable, religiosamente hablando, como se juega a las Barbies y a los Ken los domingos de resurrección cuando se sacan las figuras de una supuesta virgen y de un supuesto Jesús Resucitado y se empiezan a mover el uno delante del otro. El único sentido que le veo es que le gusta a las masas de turistas y que es bueno para el negocio. Pero ver a un señor Obispo presidiendo esto... me retrae a una Edad Media en la que para acercar a Dios al Pueblo se improvisaban huesos de muerto y se convertían rápidamente en reliquias de Santo que serían visitadas en peregrinación por generaciones venideras, dando de comer al pueblo que acogía la iglesia catedral.
¿Necesita estos símbolos una Iglesia que tiene pastores que piensan que los homosexuales viven por y para el pecado? ¿Una Iglesia que no acepta a las mujeres en el sacramento sacerdotal?
¿Será, como me llegó a decir mi amigo Pablo, que el maligno habla por mi boca?
No estoy fino y quizá me falte una pizca de respeto al expresarme, pero no toda la Iglesia piensa igual, y me consta, que no soy el único en esta forma de pensar.
1 comentario:
Nacho, efectivamente, no eres el único en esa forma de pensar. Y aunque yo no piense igual que muchos de los "pastores" de la iglesia (sobretodo los que salen en los medios de comunicación), me considero tan parte de la iglesia como ellos.
Un abrazo, Yoli.
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