Una playa como cofete vale para perderse en soledad, bien acompañado y para pensar.
viernes, 11 de junio de 2010
martes, 8 de junio de 2010
Mi viaje a Donosti no comenzó con muy buen pie que digamos. La noche del miércoles llegué con 38,5 ºC. Menuda tiritona. Y es que ya el martes me sentía mal, echando toda la comida.
Suerte fue que el jueves me levanté sin fiebre y algo mejor. Eso sí, algo más suelto que de costumbre, ya me entendeis. Lo justo para un viaje donde prima el comer, vaya suerte la mia. Me recomendaron un aquarius de naranja, que decían que venía muy bien para estos casos.
Me lo tomé en una gasolinera donde había quedado con los amigos de Barcelona. Hicimos todo el viaje juntos hasta el concesionario de Andoain. Allí nos recibieron bastante bien. Me saqué esa foto con la Night Rod, esa moto negra que me encanta. Allí nos dieron la bolsa de bienvenida, pin, chapela bordada del Costa Vasca Chapter, unas revistas, un plano de donosti e información turística. Ah, se me olvidaba, una braga estupenda para ir en moto del chapter también.
Después nos llevaron al Hotel Palacio de Aiete. No está anda mal, en una zona de gente bien de Sanse. Allí una duchita, tertulia en el hall hasta la hora de la cena.
Al día siguiente hicimos una ruta circular espectacular. Iba hacia el interior por la montaña (qué bonito era todo), todo verde, olor a helechos gigantes, que hay que ver como mi cerebro me transportó a mi tierna infancia de Irún al penetrarme ese olor... Hicimos una parada a media mañana en el balneario de Elgorriaga. Allí nos invitaron a un pequeño ágape y refrigerio. Allí, mis amigos de BArna tuvieron un problema con la rueda trasera y tuvieron que llevársela al taller. Me encargué de proseguir viaje con la hija de paquete. Qué vergüenza. Se estaba subiendo a la moto cuando, tras un tiempo que crei prudencial y que pensaba que ya estaba arriba, quité los pies del suelo. jajaja. La moto al suelo. Si me veis a mi colorado...
Después, pasando de refilón por la provincia de Navarra, nos adentramos en francia, San Juan de Luz, un pueblo muy bonito, de ahí, por la cornisa cantábrica francesa subimos al Jaizkibel. Estupendas vistas del mar y la montaña, nubes bajas formando nieblas, ese olor marino mezclado con el verdor fresquito en el que pastaban vacas y ovejas... Bonito, bonito. Para vivirlo.
De ahí llegamos a Hondarribia, o como yo lo llamaba de pequeño, Fuenterrabía. Allí iba a la playa cuando hacía bueno y vivía en Irún. Dejamos las motos en el casco viejo, al lado de la Plaza de Armas. Unos fotillos, una cerveza refrescante y rumbo al restaurante.
¿Os suena esta foto? La primera que tengo con este hombre es en La Toja, en mi primer viaje en moto a Galicia. Desde entonces nos sacamos una todos los años.
Estas son las Ladies of Harley.
Estaba en las afueras de Fuenterrabía. No recuerdo el nombre. Un caserío de esos muy arreglado y con unos jardines muy bonitos. Con su prensa, lagar y todo, decorativo, eso sí.
De allí pusimos rumbo a Donosti. Un paseo elegante por el centro de la ciudad. Los vascos y las vascas se arrimaban a la acera como si de la cabalgata de Navidad se tratara. Desde Ciriaca se divisiban unas chicas estupendas. Debo decir que molaba ir en una manada de Harleys por San Sebastian.
Después de ese garbeo y antes de ir al hotel, hicimos una parada en el restaurante Xarma. Inaugurado hace pocas semanas y perteneciente a Berasategui, con 1 estrella michelín, por lo que me dijeron. Allí nos invitaron a un cava refrescante.
Ciriaca a la sombra.
Mi habitación del hotel
En la recepción del hotel, estrenando chapela.
Este monumento se hizo en honor del santo mio. San Ignacio de Loyola.
Aquí se aloja Nuestra Señora de Aranzazu
Después de llegar al hotel, aserse y descansar, nos montaron en un bus y tomamos camino de una sidrería.
Allí nos pusimos como cerdos. Y qué bueno estaba todo.
A la mañana siguiente, nos esperaba otra ruta circular igual de estupenda. Prirmo subimos al monte Igueldo. Recuerdo que allí, de pequeño, me rompí las narices en los autos de choque.
Después, a media mañana, paramos en el Rochas Bar, en Azpeitia. Allí nos invitaron a almorzar. Eran las fiestas. Es un bar Chopper de la zona.
Y de allí, partimos hacia el santuario de Aranzazu.
Y luego, a la llegada al hotel, me esperaban allí mi amigo Josu y su mujer. Hacía 4 años que no nos veíamos. Me hizo mucha ilusión verles.
Y por la noche, cena de despedida y fiesta. Me tocó ese botellón de whisky de la foto en un sorteo. 4,5 l.Lo curioso es que en la foto parece más pequeña la botella.
Y el regreso bien. Aunque llovía por la mañana, nos pusimos el traje de agua pero no nos llovió. La tormenta iba por delante nuestro. A la segunda parada nos lo quitamos y se acabó lo bueno.
Debo decir que me lo he pasado bien. No venía con muchas espectativas pero la gente y su acento me cautivaron.
domingo, 6 de junio de 2010
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