Una playa como cofete vale para perderse en soledad, bien acompañado y para pensar.
lunes, 30 de julio de 2012
lunes, 9 de julio de 2012
Evangelio según San Mateo 9,18-26.
Pareciera que el evangelio de hoy hablara de milagros, pero nada más lejos de ello. Habla de nosotros mismos y de nuestra postura ante la pregunta que no siempre nos cuestiona en algún momento de nuestra vida ¿Quién crees tú que soy yo?
En esta lectura, a un alto jefe se le muere una hija y acude en busca de Jesús. También nos habla de una mujer con una extraña enfermedad de flujos de sangre que se le acerca por detrás con la única aspiración de tocarle el manto.
Me llamó la atención como al llegar Jesús donde la hija de "alto jefe" que creían muerta había mucha gente tocando música fúnebre y gente gritando. Esto en la versión online del evangeliodeldía.org, aunque en la versión escrita sólo hablaba de gente tocando trompetas. Esto si lo recuerdo bien, pues esta mañana me levanté muy cansado y quizá me falle algo la memoria.
Los que tocaban la música fúnebre supongo que son los que sin tener mucho que ver con la que creían difunta, ejercían los ritos habituales en esos casos, como hoy día pudieran ser las empresas de pompas fúnebres. Los que gritaban, supongo de dolor, familiares y amigos. Pero todos ellos formaban un grupo común: los que se reían de Jesús.
Jesús al llegar dijo que la hija del alto cargo no estaba muerta, sólo dormida. Y esto provocó que tanto los de las trompetas como los que gritaban se rieran de Él. Esto debe despertar nuestra inquietud, ¿nos reimos nosotros de lo que Jesús nos dice?
Una mujer con problemas de salud se le acerca por detrás "creyendo" que con sólo tocarle el manto curaría sus dolencias. Esta mujer no se reía de lo que Jesús decía. Creía en él. Y como no podía acercarse a él de cara, por la "escolta" que llevara Jesús, fue capaz de acercársele por detrás y alargando la mano tocarle el manto.
Es cierto que en una Iglesia como la nuestra, la Católica, me refiero, Jesús esté rodeado de "guardaespaldas" que sólo con su presencia, ya sean Papas, Cardenales, Obispos, etc., nos disuaden de acercanos a Jesús incluso deseándolo. Nos quitan el deseo de acercarnos a Él, provocandonos rechazo todo lo que connota el nombre de Jesús. Es oir Jesús, Iglesia o similar, y sólo pensamos en la curia romana y en lo mal que nos caen y lo mal que hacen las cosas.
Pues para aquellos que pensamos que muchos de esos que intentan representar a Jesús o a su mensaje (otros hacen una extraordinaria labor que es empañada por los que no), no deberíamos salir corriendo y reirnos de Jesús. Debemos tomar ejemplo de la mujer con flujos de sangre. Acercarnos por retaguardia y tocar el manto de Jesús alargando la mano.
Pues para aquellos que pensamos que muchos de esos que intentan representar a Jesús o a su mensaje (otros hacen una extraordinaria labor que es empañada por los que no), no deberíamos salir corriendo y reirnos de Jesús. Debemos tomar ejemplo de la mujer con flujos de sangre. Acercarnos por retaguardia y tocar el manto de Jesús alargando la mano.
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